Hoy en día, cada vez es más aceptado (y visible) en nuestra sociedad que el éxito en la educación no reside únicamente en los resultados académicos ni en el nivel de obediencia que puedan mostrar nuestros hijos, sino también en otras habilidades de carácter más interpersonal que les permitan un buen ajuste psicológico y emocional, tanto dentro del aula como fuera. Y no es de extrañar, pues ya llevamos un tiempo viendo cómo se incrementan los episodios de intolerancia a la frustración, desbordamiento emocional, conflictividad, faltas de respeto y violencia por parte de niños y no tan niños. Por otro lado, se van incorporando en el sistema educativo nuevos espacios y momentos para enseñar a los más pequeños a trabajar de forma cooperativa, controlarse en momentos tensos, razonar, y pensar en el que tenemos enfrente para aprender con el mayor bienestar posible. A esto se suman las investigaciones acerca de este tipo de habilidades pro-sociales (gestión de las emociones, aprendizaje cooperativo, comunicación asertiva, resolución de conflictos) que señalan cada vez más su relevancia para que nuestros niños aprendan a aprender, desenvolverse y ser felices en un mundo tan cambiante.
En Avanti queremos seguir avanzando en esta dirección con nuestro trabajo de siempre y con los talleres grupales que ofrecemos. Ya comenzamos este pasado verano con los talleres de Habilidades Sociales y Habilidades Emocionales, y este curso añadimos varios nuevos:
- Resolución de Conflictos: aprender a visualizar los conflictos de forma optimista, afrontarlos e intentar resolverlos en el momento en que se producen en lugar de esperar que se resuelvan solos o “con el tiempo”.
- Gestión de emociones: conocer y reconocer las diferentes emociones que experimentamos, regularlas y expresarlas de forma ajustada y saludable.
- Empatía: desarrollar la capacidad de ponerse en el lugar del otro, reconocer sus sentimientos para poder comprender sus acciones y sus motivos.
- Comunicación asertiva: aprender a expresar nuestra opinión y defender nuestros derechos siendo personas y no dragones (agresivos, que se imponen sobre los demás) ni tortugas (pasivos, se esconden y no se defienden).