¿Cuánta energía quieres tener?

“Lo que mejor me va es estudiar por las noches”. “Yo soy de dormirme tarde y no madrugar, así es como mejor funciono”. “!Como podrán cenar tan pronto en otros países!”

Empezamos el curso con ganas, y tanto niños como adultos venimos dispuestos a dar el 100% de nosotros.

¿Cuánto es el 100%? Ante esta pregunta y las anteriores afirmaciones, la mejor respuesta he conocido hasta ahora viene de la mano de la Psiconeuroinmunología (PNI). En resumen, se trata de un enfoque científico que estudia las relaciones entre los distintos sistemas del cuerpo humano a través de los procesos fisiológicos y la biología molecular. Los estudios científicos defienden cada vez más la importancia de estas conexiones de cara a los procesos de enfermedad, de salud y de rendimiento humano, cuya clave parece estar en la cantidad de recursos energéticos de los que dispone el cuerpo.

Seguimos: esta cantidad de recursos energéticos depende directamente del estilo de vida de la persona; por tanto, el objetivo principal de la PNI clínica es abordar esos hábitos implicados en el bienestar. Entre ellos, el respeto a los ritmos biológicos, más concretamente los circadianos, para un óptimo reparto de energía corporal. El ritmo biológico es la variación regular de una función biológica en el curso del tiempo. La vida es un movimiento permanente. Si nos fijamos en cualquier momento, veremos que la naturaleza no es estática; al contrario, fluctúa siempre y lo hace con distintos ritmos: los ciclos de las estaciones del año, los ciclos lunares, los ciclos diarios de luz – oscuridad, las mareas…

Los ritmos del ambiente influyen sobre la actividad de los organismos, por lo que podemos hablar de los biorritmos como una forma de adaptar la conducta y funciones del organismo a este medio ambiente cambiante y cíclico. Los más estudiados son los circadianos (del latín circa, que significa ‘alrededor de’ y dies, que significa ‘día’) que siguen un ciclo diario y que responden, principalmente, a la luz y la oscuridad.

Prácticamente todos los seres vivos reconocen ritmos de actividad y reposo. En el hombre la alternancia diaria de sueño y vigilia se acompaña de numerosos ritmos en la función neural y endocrina, con variaciones diarias en la temperatura corporal, en las frecuencias respiratoria y cardíaca, y en la presión y composición de la sangre, así como en otras varias funciones corporales. El “reloj biológico” responsable de esto es el Núcleo Supraquiasmático (NSQ), una estructura neuronal ubicada en el hipotálamo que regula la expresión rítmica del sistema circadiano a través del sistema endocrino y el sistema nervioso autónomo, que cambian en función de la hora del día.

Dormir poco o a deshoras, comer productos en lugar de alimentos reales, mantener nuestros cuerpos inmovilizados, vivir en un estado de alarma constante por cosas que tenemos que hacer o no hemos hecho, el ruido… estas pequeñas cosas que podemos englobar bajo los títulos “hábitos poco saludables” y “estrés”, afectan a la capacidad de impulso energético cerebral y la reparación del organismo, haciéndonos en muchos casos más propensos al desarrollo de enfermedades.

Y es que no sólo se ve afectado el sistema inmunológico; otros estudios han mostrado que el sistema gastrointestinal, el respiratorio, el cardiovascular, por nombrar algunos, están modulados por factores psicosociales de estrés.

Como conclusión, ¿de qué manera podemos cuidar nuestro organismo, a pesar de la cantidad de cosas importantísimas e imprescindibles que tenemos que hacer en nuestro día a día? ¿cómo optimizar al máximo nuestro rendimiento a pesar de todos los factores cotidianos que nos afectan? ¿cómo obtener mayores cantidades de energía para afrontar el estrés?

En resumen: el conocimiento y seguimiento de nuestros biorritmos nos proporcionará una mayor disponibilidad de energía, de la que el cerebro y el sistema inmune se servirán para mantener el organismo sano y funcionando al máximo rendimiento.