Cómo conseguir que el niño realice sus rutinas

En muchos hogares actuales vemos cómo los hijos son los que dirigen en gran parte el funcionamiento de la familia. Este hecho es bastante novedoso y se está incrementando según avanzan los años. Así, hemos pasado de la familia de padres autoritarios e hijos sumisos, sin derecho a negociación, a familias donde los padres son capaces de realizar cualquier cosa por conseguir el bienestar continuo de sus hijos, es decir, a hijos autoritarios y padres sumisos. Así, la mayoría de los niños de hoy en día no han aprendido a esperar, no saben qué es aburrirse, están perdiendo la creatividad en los juegos, etc. Si bien es verdad que existen familias donde se han establecido rutinas, normas y límites pero, por desgracia, esto es la excepción.

Actualmente, nos encontramos en consulta a padres de hijos pequeños que acuden porque no saben cómo conseguir que su hijo haga los deberes, haga la mochila, se vista, recoja su habitación, ayude en alguna tarea de casa, desayune solo, etc. De esta forma, los padres nos comentan “las tardes son un suplicio, no sé qué va a suceder”, “si tiene muchos deberes, se niega a hacerlos y es una lucha continua”, “no conseguimos que recoja su habitación, al final acabamos recogiéndola nosotros por no meternos en un conflicto”, “tengo que estar detrás de él para que se vista”, “llego de trabajar y sé que me espera una tarde dura, llena de chantajes y manipulaciones pero qué voy a hacer, prefiero eso que no un conflicto diario”, etc.

Sin embargo, y a pesar de las quejas continuas de los padres, premian diariamente a sus hijos a pesar de la mala conducta de éstos. Así, los niños, sin esfuerzo ninguno, consiguen sus “premios”, como ver la televisión, jugar con sus juguetes, disfrutar de alguna consola, ir a cumpleaños, ir al entrenamiento, comer aquel postre que tanto le gusta, etc. Parece que la sociedad no se da cuenta que los niños, al igual que los adultos, tienen que esforzarse para conseguir aquello deseado, es decir, toda conducta tiene que tener una consecuencia. De esta forma los padres entran en un círculo que es necesario romper, es necesario que los niños sepan que son sus padres quienes establecen las normas y que, en función de sus actos, conseguirán o no los reforzadores deseados. Con el objetivo de que los padres sean conscientes del círculo en el que están inmersos, yo siempre pongo el mismo ejemplo y es el siguiente: Por norma general, un adulto trabaja durante todo el mes y es al final de éste cuando recibe su reforzador, es decir, el salario que se ha ganado con su esfuerzo diario. Pues bien, ¿qué pasaría si todos los adultos recibiesen el salario a principio de mes, sin que hayan trabajado?, ¿qué estaríamos premiando?. El salario se da al final de mes para premiar aquello realizado ya que de no hacerlo así, muchos adultos no verían esa motivación. Pues con los niños ocurre lo mismo, la consecuencia tienen que recibirla una vez hayan realizado su obligación ya que de no ser así, el niño aprende que haga lo que haga, siempre va a obtener aquello que le gusta hacer.

Una vez que los padres son conscientes de que en casa se tiene que producir un cambio, se llega a la conclusión de que primero son las obligaciones y después los reforzadores (actividades que le gusta realizar al niño diariamente o habitualmente; así, recomendamos que los reforzadores no sean materiales puesto que los niños tienen que aprender el valor que tiene jugar con sus juguetes, ver la televisión, etc.). Para ayudar a los padres a conseguir los cambios deseados en sus hijos, les planteamos la técnica de modificación de conducta “Sistema de puntos”.

La técnica “Sistema de puntos” es una técnica que se utiliza mucho ya que parece que todos tenemos conocimiento de ella, sin embargo, sólo funciona cuando se lleva rigurosamente, ya que de lo contrario sólo serviría para que los padres se desesperen más al no ver resultado alguno. Por lo que recomendamos que si se decide ponerla en práctica, se haga siguiendo los pasos que se detallan a continuación:

1º En primer lugar, debe elegir dos o tres conductas a modificar. Nunca más de tres, puesto que sería sobrecargar demasiado al niño; preferimos ir consiguiendo pequeños cambios para llegar al gran cambio. Las conductas deben ser breves y concretas, es decir, no es correcto poner “que se porte bien”, “que obedezca”, etc. Estos objetivos son muy generales. Se muestra un pequeño “rol playing” sobre este primer paso:

  • Terapeuta: Ahora que queremos conseguir un cambio, es necesario que me digáis tres conductas que queráis conseguir en su hijo.
  • Padres: Que se porte bien, que obedezca y que no pegue a su hermana.
  • Terapeuta: Esos objetivos son muy generales, ¿qué es para el niño portarse bien? ¿y obedecer?, etc.
  • Padres: Ya, pues que nos haga caso.
  • Terapeuta: Vale, pero no podemos pretender que se porte como un adulto, recordemos que tiene 7 años. ¿Qué os parece si un objetivo es guardar los juguetes en las cajas después de jugar?, que no se levante de la mesa mientras está comiendo, y que no pegue a su hermana durante los viajes en coche
  • Padres: Nos parece bien, también podrían ser que haga los deberes según llega de clase.
  • Terapeuta: Ok, pero vamos a empezar por tres.

2º Una vez que se han establecido los objetivos, es necesario que los padres piensen en las cosas que a su hijo le gusta hacer y que ya hace, como por ejemplo: ver la televisión, jugar con el “barco pirata”, elegir el postre en la cena, ir al parque los fines de semana, etc.

3º Cuando tenemos establecidos los objetivos y las recompensas, es necesario relacionarlas. Para ejemplificarlos, seguimos con el “rol playing” anterior:

  • Terapeuta: Bien, entonces los objetivos van a ser guardar los juguetes cuando termine de jugar, hacer los deberes al terminar de merendar y no pegar a su hermana en el coche al ir al colegio; y las recompensas van a ser ver la televisión, elegir el postre en la cena y jugar con sus juguetes.
  • Padres: Si, nos parece bien.
  • Terapeuta: ¿Qué os parece si enlazamos las conductas y las recompensas de la siguiente forma?
    • Hago los deberes después de merendar –> Jugar con los juguetes.
    • No pego a mi hermana en el coche –> Elijo el postre.
    • Recojo los juguetes cuando termino –> Ver la televisión.
  • Padres: Nos parece bien.

4º Una vez que conducta y recompensa están relacionadas es de gran importancia que los padres sean consecuentes, es decir, el niño sólo podrá conseguir los “premios” cuando haya realizado la conducta que se le solicita. Así, el niño aprende que para alcanzar aquello que desea debe esforzarse en sus obligaciones. Por otro lado los padres tienen que ser objetivos, es decir, no se premia al niño cuando nos decimos frases como “bueno, al final lo ha hecho”, “le he tenido que ayudar pero yo creo que sí lo ha conseguido”, “ay, es que me da penilla”, etc.

5º Con el objetivo de llamar la atención del niño, se expondrá lo acordado en una cartulina y al niño se le irán dando puntos verdes o rojos en función de su conducta. Sólo cuando aparezca el punto verde en la casilla correspondiente, el niño podrá obtener su recompensa. Es importante destacar que las conductas se irán modificando y que el objetivo es ir alargando los premios, es decir, que en lugar de que sea cada punto verde un premio se hará que cada tres puntos verdes consiga un premio.

6º Finalmente, se pone en funcionamiento y se le pide a los padres que lleven a cabo un registro para poder tomar decisiones, cambios y avances en terapia.

A continuación, se presenta una foto de un caso real:

 

 

Sistema de puntos

Como se ha comentado anteriormente, esta técnica es muy efectiva para modificar la conducta de los niños siempre y cuando se lleve de manera objetiva y rigurosa. Aún así, y aunque parezca sencilla, suelen surgir dificultades tanto por parte de los padres como por parte del niño. A continuación, le exponemos las posibles soluciones para hacer frente a las dificultades que pueden ir apareciendo.

  • El niño se cansa porque ve que no consigue sus premios. Es importante comenzar con objetivos sencillos, que nos asegure que el niño pueda cumplir con poco esfuerzo. Más adelante se irán añadiendo objetivos más difíciles pero siempre se recomienda que haya uno sencillo de alcanzar.
  • El niño se cansa de los premios. Este hecho puede surgir con algunas recompensas, cuando ocurra esto, se negocia con el niño una nueva recompensa pero teniendo en cuenta que aquella que se abandona, no se va a conseguir ya que ya no es motivante (puede pasar con un postre, sin embargo con la televisión es difícil que ocurra).
  • Los padres premian al niño cuando “casi” lo ha conseguido. Es un incumplimiento grave por parte de los padres y lo único que van a conseguir es la no efectividad de la técnica. Les recomendamos que imaginen que es el terapeuta quien pone los puntos.
  • El niño se va a otra casa y le premian con aquello que en casa tiene que conseguir. Los padres tienen que avisar que el niño no podrá conseguir determinadas cosas, sólo se lo darán ellos siempre y cuando se lo haya ganado.

Finalizar diciendo que esta técnica, siempre que se aplique correctamente, es capaz de conseguir en la familia cambios importantes, ya que el niño aprende el valor del esfuerzo y los padres la necesidad de aprender que son ellos quienes tienen que poner las normas y los límites.

Testimonio: “Ahora ya estamos en casa tranquilos, se han acabado las tardes de incertidumbre, las tardes de conflictos, los chantajes, las amenazas. El niño sabe lo que tiene que hacer, estamos encantados con él. Además, somos capaces de establecer los límites y él lo sabe”.