CAMPAMENTO URBANO EN AVANTI

¡¡En Avanti no descansamos!!

Además de la atención individual que reciben nuestros niños, intentamos tener con ellos momentos de reunión en nuestros talleres. Todos sabemos lo beneficioso que es trabajar en grupo, conocer a personas diferentes a ti, escucharlas y tratar de comprenderlas, compartir y cooperar con ellas y descubrir que cualquiera que esté a tu lado, sea como sea, puede enriquecerte de mil maneras diferentes.

El taller de Habilidades Emocionales de este mes de Julio ha ido dirigido esencialmente a estos objetivos; ¿cómo? ¿qué es eso de las habilidades emocionales? ¿y cómo se aprenden? ¿más “clases”? ¡No!

Vamos por orden: lo primero que explicamos a nuestros pioneros es que no sólo es inteligente el que saca buena nota en mates, ni en lengua, ni naturales, ni en todas ellas juntas. ¡Para nada! Hay otras facetas de nosotros que nos hacen inteligentes, como por ejemplo nuestra destreza para los deportes, para el arte, la habilidad a la hora de relacionarnos con los demás, o nuestra capacidad de identificar las emociones que sentimos, comprenderlas y gestionarlas de la mejor manera posible. ¡Más aún! También es inteligente aquel que sabe entender las emociones del otro, ponerse en su lugar y así evitar o solucionar conflictos y generar buen ambiente a su alrededor. Y ya no es solo inteligencia, es salud, salud emocional; es estar a gusto con uno mismo.

Pues bien, esto sería básicamente en lo que consisten las habilidades emocionales: conocer las diferentes emociones que podemos sentir, reconocerlas cuando nos invaden, regularlas y expresarlas, sin esconderlas debajo de la cama pero tampoco derramándolas por todos lados sin control. Porque tener unas buenas habilidades emocionales NO significa que únicamente sintamos las emociones positivas… ¡error! se trata de que experimentemos también las negativas, sin evitarlas, para poder mirarlas de frente y así manejarlas mejor. De lo contrario, ¿cómo voy a dejar de gritar y romper cosas si no sé que esto que siento se llama rabia? ¿cómo voy a dejar de sollozar y alejarme del otro si no sé que lo que siento se llama culpa?

Añadimos unas gotitas de empatía y autoestima para obtener la medalla al habilidoso emocional, algo que todo niño debería tener la oportunidad y el espacio para desarrollar.

En la imagen vemos cómo se aprende: HACIENDO. Utilizamos diferentes soportes para que las emociones entren por todos los sentidos: leyendo, viendo, conversando, jugando, actuando, pintando… explorando qué emociones existen y cómo las sentimos. Aquí tenemos el termómetro de las emociones, donde situamos las que hemos evocado en los post-its en función de la intensidad con que las solemos sentir, de lo que nos “enciendan o calienten”, sea para bien (euforia) o para mal (ira). Los chicos se divierten colocando las distintas emociones alrededor del enorme termómetro, pero además las exploran al contar al resto por qué las viven con esa intensidad, qué hacen cuando les invaden y en qué desemboca la situación.

¡Y todos a compartir experiencias! Esto promete…